lunes, 9 de junio de 2014

1789-2014. Solo algunas coincidencias.



La crisis económica, movimientos sociales como "el 15M" o "el efecto Gamonal" y su traducción electoral desde 2011, nos hace pensar que España se encuentra inmersa en una especie de revisión sistémica en su conjunto, desde el ámbito social, económico, político... 


Todo ello, unido a la abdicación del Rey y el debate que ha suscitado su sucesión sobre la oportunidad de revisar la forma de Estado, me ha llevado a retomar mi interés en algunos de los apuntes, manuales y ensayos que manejé en el estudio del periodo histórico más apasionante y trascendente que conozco, la  Revolución Francesa.


He querido reflejar brevemente unas cuantas trascripciones de algunos escritos de los años prerrevolucionarios en Francia dado su paralelismo con algunas de las opiniones que he venido leyendo de un tiempo para acá. Salvando las distancias, llama la atención la similitud sobre el fondo de alguna de las cuestiones que hace más de doscientos años se discutieron en el ocaso del Antiguo Régimen y que alumbraron un cambio de época en la historia, dando paso de la edad moderna a la edad contemporánea.


En 1789, los franceses realizaron el mayor esfuerzo que jamás haya hecho ningún otro pueblo por partir su historia en dos, por así decirlo, y abrió un abismo entre su pasado y su futuro. Alexis de Tocqueville (1856).


Tal como señala Peter Davies en su breve pero exhaustiva obra sobre el periodo revolucionario ("La Revolución Francesa. Una breve introducción". Peter Davies. Alianza Editorial. 2009) no hubo nada de inevitable previamente a ese período. El Antiguo Régimen había sobrevivido durante siglos, era aceptado y respetado, y el pueblo estaba relativamente contento con él. Fue en 1780 cuando la opinión generalizada de los franceses empezó a transformarse hacia la necesidad de un cambio. Hasta ese momento el establishment francés era incuestionable:


En Francia, los tres Estados tienen su orden y su rango, uno detrás de otro. El orden eclesiástico es el primero y le sigue la nobleza y por último, el Tercer Estado. Esto es verdad aún cuando no haya documentos escritos que lo consagren, porque raramente se establecen leyes en materias de honor. Charles Loyseau, (1610).


Tradicionalmente se ha pensado que el origen de la Revolución proviene de la Ilustración, en cambio existen otras opiniones que señalan los problemas de la monarquía francesa en la década de 1770 y 1780 como causa de la misma. Por otro lado, la visión marxista considera el periodo revolucionario como una revolución de clase en la que la burguesía quería más poder político para obtener aún más poder económico.


No obstante y tal como señala también el propio Davies, la teoría más antigua sobre el origen de la Revolución apunta a una conspiración intelectual consecuencia del pensamiento ilustrado. La irrupción de nuevos principios como los derechos individuales,  la conciencia social, o un nuevo concepto de nación cuestionó instituciones hasta el momento intocables como la iglesia y la monarquía. La base ilustrada era el racionalismo, no la tradición. Pero es innegable que  hay otras interpretaciones como la que sugiere que más que inspirar la Revolución la Ilustración ejerció una influencia importante en los cambios políticos.


Antes de Marx, ya había escritores en Francia que resaltaron el papel de la burguesía y el  resto de colectivos sociales que integraban el Tercer Estado como elemento transgresor en la política francesa de finales del siglo XVIII, entre ellos Emmanuel - Joseph Sièyes:


El Tercer Estado se encarga de la mayoría de las funciones públicas, con el agregado de que soporta el peso de todo lo que es realmente penoso, con todas las cargas que las clases privilegiadas se niegan a asumir ¿Otorgaremos algún reconocimiento al Tercer Estado por ello? (...) El Tercer Estado... contiene todo lo que pertenece a la nación, mientras que nadie ajeno al Tercer Estado puede considerarse como parte de la nación. ¿Qué es el Tercer Estado? ¡Todo!. 


El marxismo emplearía su propio lenguaje décadas después para juzgar el papel del Tercer Estado durante la Revolución. Tal como señala Peter Davies, mientras Sièyes (antes de la Revolución) hablaba de derechos y justicia, los historiadores de izquierda hablaron (después de la Revolución) de revolución burguesa  y de desarrollo de la sociedad de clases.


En la Revolución Francesa, la racionalidad en la interpretación de la realidad social y política fue determinante. También lo fue el papel protagonista de una mayoría social que adquirió conciencia de su poder; una profunda crisis económica derivada de una nefasta gestión de los recursos públicos junto a una agresiva política fiscal para financiar la guerra de independencia americana; el fin de los parlaments y la convocatoria de los Estados  Generales...


La crisis sistémica en nuestro país se explica no solo por la profunda crisis económica que estamos atravesando, sino por un cuestionado, poco legitimado y aún menos representativo sistema político e institucional, incapaz de regular satisfactoriamente los muchos problemas de una sociedad española cada vez más empobrecida junto a la creciente opinión entre una parte importante de la población de afrontar una reforma constitucional.


Encontrar similitudes entre ambos periodos no significa que no existan muchas más diferencias. Es obvio que no podemos obtener las mismas conclusiones por muchos paralelismos entre el momento que se vive hoy en España y los acontecimientos que precedieron a la Revolución Francesa. Lo que sí que resulta enriquecedor a la par que emocionante es comparar la respuesta de la sociedad en dos momentos de crisis y cambio  tan alejados en el tiempo.


Algunas otras reflexiones han elegido otros periodos históricos para realizar este paralelismo. Uno muy recurrente ha sido el crack de 1929, los totalitarismos y la II Guerra Mundial. Yo pretendo ser más optimista.

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