La crisis económica, movimientos
sociales como "el 15M" o "el efecto Gamonal" y su traducción
electoral desde 2011, nos hace pensar que España se encuentra inmersa en una
especie de revisión sistémica en su conjunto, desde el ámbito social,
económico, político...
Todo ello, unido a la abdicación
del Rey y el debate que ha suscitado su sucesión sobre la oportunidad de
revisar la forma de Estado, me ha llevado a retomar mi interés en algunos de
los apuntes, manuales y ensayos que manejé en el estudio del periodo
histórico más apasionante y trascendente que conozco, la Revolución Francesa.
He querido reflejar brevemente
unas cuantas trascripciones de algunos escritos de los años prerrevolucionarios
en Francia dado su paralelismo con algunas de las opiniones que he venido
leyendo de un tiempo para acá. Salvando las distancias, llama la atención la
similitud sobre el fondo de alguna de las cuestiones que hace más de doscientos
años se discutieron en el ocaso del Antiguo Régimen y que alumbraron un
cambio de época en la historia, dando paso de la edad moderna a la edad
contemporánea.
En 1789, los franceses realizaron el mayor esfuerzo que jamás haya
hecho ningún otro pueblo por partir su historia en dos, por así decirlo, y
abrió un abismo entre su pasado y su futuro. Alexis de Tocqueville (1856).
Tal como señala Peter Davies en
su breve pero exhaustiva obra sobre el periodo revolucionario ("La Revolución Francesa. Una breve
introducción". Peter Davies. Alianza Editorial. 2009) no hubo nada de inevitable previamente a ese
período. El Antiguo Régimen había sobrevivido durante siglos, era aceptado y
respetado, y el pueblo estaba relativamente contento con él. Fue en 1780 cuando
la opinión generalizada de los franceses empezó a transformarse hacia la
necesidad de un cambio. Hasta ese momento el establishment francés era incuestionable:
En Francia, los tres Estados tienen su orden y su rango, uno detrás de
otro. El orden eclesiástico es el primero y le sigue la nobleza y por último,
el Tercer Estado. Esto es verdad aún cuando no haya documentos escritos que lo
consagren, porque raramente se establecen leyes en materias de honor. Charles
Loyseau, (1610).
Tradicionalmente se ha pensado
que el origen de la Revolución proviene de la Ilustración, en cambio existen
otras opiniones que señalan los problemas de la monarquía francesa en la década
de 1770 y 1780 como causa de la misma. Por otro lado, la visión marxista
considera el periodo revolucionario como una revolución de clase en la que la
burguesía quería más poder político para obtener aún más poder económico.
No obstante y tal como señala también el propio
Davies, la teoría más antigua sobre el origen de la Revolución apunta a una
conspiración intelectual consecuencia del pensamiento ilustrado. La irrupción
de nuevos principios como los derechos individuales, la conciencia social, o un nuevo concepto de
nación cuestionó instituciones hasta el momento intocables como la iglesia y la
monarquía. La base ilustrada era el racionalismo, no la tradición. Pero es
innegable que hay otras interpretaciones
como la que sugiere que más que inspirar la Revolución la Ilustración ejerció
una influencia importante en los cambios políticos.
Antes de Marx, ya había
escritores en Francia que resaltaron el papel de la burguesía y el resto de colectivos sociales que integraban
el Tercer Estado como elemento transgresor en la política francesa de finales
del siglo XVIII, entre ellos Emmanuel - Joseph Sièyes:
El Tercer Estado se encarga de la mayoría de las funciones públicas,
con el agregado de que soporta el peso de todo lo que es realmente penoso, con
todas las cargas que las clases privilegiadas se niegan a asumir ¿Otorgaremos
algún reconocimiento al Tercer Estado por ello? (...) El Tercer Estado...
contiene todo lo que pertenece a la nación, mientras que nadie ajeno al Tercer
Estado puede considerarse como parte de la nación. ¿Qué es el Tercer Estado?
¡Todo!.
El marxismo emplearía su propio
lenguaje décadas después para juzgar el papel del Tercer Estado durante la
Revolución. Tal como señala Peter Davies,
mientras Sièyes (antes de la Revolución) hablaba de derechos y justicia, los
historiadores de izquierda hablaron (después de la Revolución) de revolución burguesa y de desarrollo de la sociedad de clases.
En la Revolución Francesa, la
racionalidad en la interpretación de la realidad social y política fue
determinante. También lo fue el papel protagonista de una mayoría social que
adquirió conciencia de su poder; una profunda crisis económica derivada de una
nefasta gestión de los recursos públicos junto a una agresiva política fiscal para
financiar la guerra de independencia americana; el fin de los parlaments y la convocatoria de los
Estados Generales...
La crisis sistémica en nuestro
país se explica no solo por la profunda crisis económica que estamos
atravesando, sino por un cuestionado, poco legitimado y aún menos representativo
sistema político e institucional, incapaz de regular satisfactoriamente los
muchos problemas de una sociedad española cada vez más empobrecida junto a la
creciente opinión entre una parte importante de la población de afrontar una
reforma constitucional.
Encontrar similitudes entre ambos
periodos no significa que no existan muchas más diferencias. Es obvio que no
podemos obtener las mismas conclusiones por muchos paralelismos entre el
momento que se vive hoy en España y los acontecimientos que precedieron a la
Revolución Francesa. Lo que sí que resulta enriquecedor a la par que
emocionante es comparar la respuesta de la sociedad en dos momentos de crisis y
cambio tan alejados en el tiempo.
Algunas otras reflexiones han
elegido otros periodos históricos para realizar este paralelismo. Uno muy
recurrente ha sido el crack de 1929, los totalitarismos y la II Guerra Mundial.
Yo pretendo ser más optimista.
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